¿Por qué el sábado?
¿Alguna vez has sentido que la vida gira un poco demasiado rápido? En medio del caos de las rutinas diarias y el desplazamiento infinito de notificaciones, hay un susurro suave que nos llama a hacer una pausa, tomar un respiro y redescubrir algo sagrado: el séptimo día de descanso, el sábado.
Pero, ¿por qué el sábado, te preguntarás? ¿Por qué no el domingo o cualquier otro día?
Como cristianos adventistas del séptimo día, hemos descubierto una tremenda significación en adorar el sábado, el séptimo día de la semana, como lo ordenó Dios en Éxodo 20:8–11. Esta observancia no es simplemente una tradición o una preferencia, sino una bendición espiritual refrescante con profundas implicaciones teológicas.
"Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; pero el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
- Éxodo 20:8-11"
Primero, observar el sábado es un reconocimiento de la soberanía de Dios sobre la creación. En Génesis, aprendemos que Dios creó los cielos y la tierra en seis días y descansó el séptimo día, santificándolo como santo (Génesis 2:1-3). Al descansar en el sábado, honramos a Dios como el Creador supremo y reconocemos Su autoridad sobre todas las cosas.
Además, el sábado fue instituido para toda la humanidad, no solo para un grupo específico. A pesar de los conceptos erróneos que lo etiquetan como el "sábado judío", Jesús mismo enfatizó que "el sábado fue hecho para el hombre" (Marcos 2:27). Fue establecido en el amanecer de la creación, mucho antes de la existencia del pueblo judío, haciéndolo una institución universal para que toda la humanidad lo observe.
Algunos podrían argumentar que cualquier día podría ser designado como santo para la adoración, pero Dios específicamente santificó el séptimo día. Esta bendición divina lo distingue de los otros días de la semana y subraya su significado como un día de descanso y adoración.
A lo largo de la historia, Dios ha confirmado la santidad del sábado a través de varios signos y milagros, como la provisión de maná en el desierto. Incluso ha preservado el verdadero sábado del séptimo día a través de evidencias históricas, bíblicas y lingüísticas. Las Escrituras registran la crucifixión de Jesús el viernes y Su resurrección el domingo, confirmando que el sábado cae en sábado. Además, la observancia continua del sábado por parte del pueblo judío y la conexión lingüística entre el sábado y la palabra "sábado" en más de 100 idiomas corroboran aún más su autenticidad.
Contrariamente a las ideas erróneas populares, el sábado no es simplemente un memorial de la liberación de Israel de Egipto o de la resurrección de Cristo. Si bien estos eventos tienen importancia para los cristianos, el sábado conmemora principalmente el acto de creación de Dios, al tiempo que sirve como recordatorio de la capacidad de Cristo para santificar a su pueblo (Ezequiel 20:12, 20). Sirve como un recordatorio perpetuo de Su poder y autoridad como Creador del universo.
En la nueva Tierra, el sábado continuará siendo honrado a lo largo de la eternidad, simbolizando el reinado eterno y el poder creativo de Dios (Isaías 66:23). Como creyentes fieles, estamos llamados a mantener el mandamiento del sábado como un testimonio de nuestro amor y obediencia a Dios (Juan 14:15).
Conclusión
Entonces, ¿por qué el sábado? En un mundo plagado por falsas ideologías y confusión espiritual, la observancia del sábado del séptimo día sigue siendo más relevante que nunca. No solo reafirma nuestra lealtad al Creador, sino que también ofrece un vislumbre de la restauración prometida por Dios en los nuevos cielos y la nueva tierra.
Es nuestra oración que te unas a nosotros mientras abrazamos el sábado del séptimo día, no como un deber oneroso sino como un privilegio sagrado. Únete a nosotros mientras honramos los mandamientos de Dios con coraje y convicción, sabiendo que en la obediencia yace la verdadera libertad y bendición eterna.